Al iniciar un negocio que implica prestar algún servicio o producir un bien específico surge la pregunta: ¿cuánto tengo que cobrar por lo que ofrezco? La respuesta adecuada puede resultar difícil para muchos y equivocarse conduce a dificultades. Por eso, hay que tener en cuenta varios factores antes de colocar el precio adecuado.
El precio que se asigna a un producto dirigido al consumidor final es un elemento vital a la hora de vender. Una forma de fijarlo es a través del análisis “costo más beneficio”, es decir, calcular cuánto cuesta preparar el producto, comercializarlo y darle publicidad. A eso sumarle un porcentaje de beneficio, el cual puede rondar entre 35% y 50%.
Lo ideal es realizar una investigación del mercado en que se encuentra tu emprendimiento para conocer el precio promedio del sector. Puedes salir a preguntar (el precio de tu mercancía) o escribir en perfiles a todas las empresas que venden productos iguales o sustitutos del tuyo. Luego, haz una suma de todos, saca el promedio y sitúa el tuyo en ese rango.
Una buena opción es la percepción de precio. Para ello debes indagar sobre cuál es el costo de los competidores más directos a tu marca o producto. Imagínate que vendes refrescos: hay un competidor que los vende a $10 y otro a $7, si quieres ser percibido como el más barato de todos, entonces debes colocarlo por debajo de $7, si quieres ser percibido como el de mayor calidad, obligatoriamente debes ponerlo por encima de los $10.
La percepción envía un mensaje respecto a la calidad del producto. Todos piensan que los más costosos son los que tienen mayor calidad, mientras que los más baratos tienen menos. Pero no olvides que si el precio es mayor que el valor que el consumidor le otorga, será muy difícil que lo vendas.
Punto de reputación
El punto de reputación consiste en calcular todo lo que a ti te cuesta hacer tu producto y asumir parte del dinero que se ganaría como un costo propio de crear reputación.
Por ejemplo, imagínate hacer un trabajo que cuesta $200, pero dices: ‘soy nuevo, todavía nadie me conoce’, y decides hacer el trabajo un poco más económico como una forma de generar exposición y mostrar a otros un portafolio de clientes”. Esa acción te permitirá tener un precio a la altura de los del mercado, incluso por encima.
Algunas puntualizaciones a considerar:
Estudia tu producto y lo que existe en el mercado. Conocer las bondades y defectos de tu producto o servicio y el mercado al que va dirigido te permitirá saber qué necesidades tienen y cómo puedes resolverlas.
Determina el comportamiento de la demanda. Al momento de tomar una decisión todo influye. No obstante, la demanda es una de las variables más importantes a considerar.
Conoce a tu cliente. Si ignoras esta cuestión, mejor deja el negocio, pues esta parte es vital. Solo poniéndote en la “piel del consumidor” podrás predecir su comportamiento.
Define los costos. Para poder ganar dinero hay que buscar que el precio de venta al público sea superior al que has invertido por fabricación, promocionarlo y ponerlo en la tienda.
Conocer a tu competencia. Estudiar las estrategias y precios de tu competidor te permite seguirle los pasos y así analizar si estás ofreciendo un precio elevado, muy bajo o razonable.
Evalúa tu propuesta de valor. Pregúntate qué valor le dará tu producto o servicio y presenta al consumidor la mejor versión, tomando en cuenta lo que ofrece la competencia sobre bienes similares.
La estrategia de marketing ideal para tu empresa
El precio pareciera ser lo primero en lo que piensan los consumidores, por lo tanto tener una política de precios definida debe ser una prioridad para las empresas, y sus estrategias de marketing deben girar de forma coherente alrededor del precio.
Pregúntate
¿Cómo nos perciben nuestros consumidores?, ¿contra quién competimos?, ¿cuáles son los posibles productos sustitutos?, ¿cuál es el potencial de nuestro mercado? e incluso ¿cuáles canales y estrategias de ventas usar? esas respuestas te ayudarán a definir el precio.
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